El
tango es un
género
musical tradicional de
Argentina
y
Uruguay,
nacido de la fusión cultural entre inmigrantes europeos (españoles e italianos,
principalmente), descendientes de esclavos africanos, y nativos de la región
del
Río de la Plata. Musicalmente suele tener forma
binaria (tema y estribillo) o ternaria.
En esencia, es una expresión
artística de fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana
(«arrabalero»), que responde al proceso histórico concreto del
mestizaje
biológico y cultural de la población rioplatense pre-inmigración y a la
inmigración masiva, mayoritariamente
europea, que reconstituyó completamente las sociedades
rioplatenses,
a partir de las últimas décadas del
siglo XIX.
Su interpretación puede llevarse
a cabo mediante una amplia variedad de formaciones instrumentales, siendo las
más características el cuarteto de guitarras, el dúo de guitarra y
bandoneón,
el trío de bandoneón,
piano
y
contrabajo,
así como la
orquesta típica o el
sexteto.
Tango primitivo (1880-1906)
Entre 1880 y 1906 llega un gran caudal de
inmigrantes.
Si bien el tango reconoce lejanos antecedentes
africanos, latinoamericanos y europeos, sus orígenes culturales se han
fusionado de tal modo que resulta casi imposible reconocerlos.
Se sabe que el argot del tango, el
lunfardo,
está plagado de expresiones italianas y africanas; que su ritmo y clima
nostálgico tiene un cercano parentesco con la
habanera
cubana; y que «tango,
milonga,
malambo
y
candombe»,
son parte de una misma familia musical de raíces africanas y también de las
costumbres provenientes de los
gauchos que migraron a la ciudad.
Sin embargo el tango no se confunde ni deriva de
ningún estilo musical en particular.
Se trató de una música
eminentemente popular, rechazada y prohibida por las clases altas y la Iglesia
Católica, por lo que se desarrolló en los barrios pobres de los suburbios (los
arrabales), los puertos, los prostíbulos, los bodegones y las cárceles, donde
confluían los inmigrantes y la población local, descendientes en su mayoría de
indígenas y esclavos africanos. Los primeros conjuntos que existieron se
denominaron Trío, que estaban compuestos por la flauta, el violín, y la
guitarra. Eran agrupaciones improvisadas de músicos no profesionales. El
bandoneón, que le dio forma definitiva al tango, recién llegaría al
Río de la
Plata allá por
el 1900, en las valijas de inmigrantes alemanes.
No existen partituras de esta etapa originaria,
porque los músicos de tango de entonces no sabían escribir la música.
Del primer tango que se tiene
registro (con autor registrado) es
El entrerriano ―estrenado en 1896 e
impreso en 1898― del afroargentino
Rosendo Mendizábal.
La guardia vieja (1906-1920)
El tango comienza a ser
reconocido fuera del país, principalmente en París.
Comienzan a surgir nuevas canciones
escritas y firmadas por su autor, de tono alegre y vivaz, influenciadas por la
agilidad de la milonga.
Aparecen en Buenos Aires los
cabarets de neta influencia francesa. El tango de arrabal pasa a la gran
ciudad.
Surgen los primeros bailarines
profesionales, los primeros músicos profesionales y los primeros compositores
profesionales.
Se forman las primeras orquestas
integradas por bandoneón, violín, piano y contrabajo.
Deja de ser un baile de
compadritos, provocativo y despreocupado. Ahora se baila en los salones de los
burgueses.
La guardia nueva (1920-1940)
Aparecen diferencias estilísticas
con la corriente tradicional. Es un período de refinamiento, de creación
musical y poética, donde se da importancia a los arreglos musicales, con un
compás mucho más firme y de más calidad musical.
Surgen músicos con sólida
formación musical.
Se pasó de los tríos y los
cuartetos improvisados a las orquestas numerosas y bien articuladas. Se
comienza a difundir en cine y radio.
Las composiciones empiezan a tener
cierto matiz sentimental. Surge la figura del “guapo” que llora por amor.
Comienza a preponderar la figura del “cantor de tangos”, cuyo máximo exponente
fue Carlos Gardel.
Edad de oro (1940-1960)
La del cuarenta fue una década dorada para el
género, que se interpretaba ya en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes
alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el
lujurioso
cabaret
y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje este
que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes orquestas, como las de
Juan D’Arienzo (1900-1976),
Carlos Di
Sarli (1903-1960),
Osvaldo
Pugliese (1905-1995),
Aníbal Troilo
(1914-1975),
Horacio Salgán (1916-), Ángel d’Agostino o
Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales,
y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina.
Letristas de gran vuelo ―
Enrique Cadícamo,
Cátulo
Castillo,
Enrique Santos Discépolo,
Homero Manzi―
dieron al tango composiciones inolvidables.
Nuevas orientaciones (1960-1970)
Desde fines de los
años 1950
comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos
como
Mariano Mores
y
Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con
nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el
marplatense
Ástor
Piazzolla. Fusionando creativamente las influencias más diversas,
Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y
nerviosas que produjeron una transformación radical del género.